Por: Mauricio Villanueva
Est. Ciencias de la Comunicación
Comunicación Política UNAM
Tan pronto acabó la Revolución Mexicana, una de las prioridades del nuevo Estado mexicano fue la construcción de una identidad nacional. En aras de la estabilidad del país, contar con un espíritu cultural y político -impulsado, delineado y defendido desde el gobierno– en el cual todas las identidades en disputa se sintieran representadas era fundamental. De tal forma, el nacionalismo cultural mexicano del siglo XX se consagró como la ideología que definió al típico mexicano a través de estereotipos, mitificaciones, valores y, contradictoriamente, muchas exclusiones, demostrando que los proyectos culturales nacionales responden en gran medida a directrices políticas y no a un mero sentimiento de amor o patriotismo.
Est. Ciencias de la Comunicación
Comunicación Política UNAM
Tan pronto acabó la Revolución Mexicana, una de las prioridades del nuevo Estado mexicano fue la construcción de una identidad nacional. En aras de la estabilidad del país, contar con un espíritu cultural y político -impulsado, delineado y defendido desde el gobierno– en el cual todas las identidades en disputa se sintieran representadas era fundamental. De tal forma, el nacionalismo cultural mexicano del siglo XX se consagró como la ideología que definió al típico mexicano a través de estereotipos, mitificaciones, valores y, contradictoriamente, muchas exclusiones, demostrando que los proyectos culturales nacionales responden en gran medida a directrices políticas y no a un mero sentimiento de amor o patriotismo.