miércoles, 19 de agosto de 2020

LA TELEVISIÓN HIPODÉRMICA


Por: #MauricioVillanueva

Colaborador de #RevistaDivergencia


El 3 de agosto se anunció que el #cicloescolar2020-2021 para la #educaciónpública básica comenzará el próximo 24 de agosto con clases por televisión. Las principales cadenas televisivas, #Televisa y #TVAzteca, junto con #Multimedios y #GrupoImagen, transmitirán las producciones gubernamentales de 8 de la mañana a 7 de la noche que cubrirán los planes educativos de #preescolar, #primaria y #secundaria.


            ¿Cuántos problemas se han encontrado en esta nueva medida educacional? Sin duda, más de uno. En el sentido de la comunicación, uno muy importante es que los supuestos efectos de la televisión sobre la audiencia, en este caso los estudiantes, están rebasados en la actualidad. Hoy ya no existen los mitos satanizadores contra la televisión; ya no es la <<caja idiota>> o algo que pudre el cerebro de los menores; los efectos hipnotizantes ahora se le atribuyen a #videojuegos o plataformas de #streaming que hacen pasar al usuario horas y horas frente a la computadora, televisión, tablet o teléfono, mediante un esquema de comunicación circular.


            La creación de redes de comunicación #hipertextuales como Facebook, YouTube, Netflix o Twitter, que ya no viven solo en un aparato, y en las cuales puedes ir de un sitio a otro, consumir productos atemporales e interactuar generando experiencias significativas o retroalimentación en tiempo real, ha vuelto obsoleta a la televisión como medio de comunicación (no como aparato per se) y a sus efectos de influencia inmediata y lineal. 


            El aprendizaje #SEP-televisor-niño, entonces, reproduce un paradigma comunicacional básico pero antiguo: causa-efecto. Este formato supone a una audiencia que recibe el mensaje a través del emisor sin queja, sin interrupciones o sin ruido y lo comprende, interioriza y aplica a sí mismo sin la menor resistencia, pero sin demandarle tampoco una interacción al usuario, pues supone que todos responden de la misma manera.


            El autor de dicha teoría -elemental pero rebasada- llamada <<#Agujahipodérmica>>, Harold Laswell, la planteó a partir de la propaganda política de los años 20 y 30, antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando se pensaba que los medios tenían gran fuerza para manipular a la audiencia. Los posteriores estudios en comunicación durante el siglo XX e inicios del XXI develaron que ese modelo y sus ideas son someras para entender la realidad.


            Suponer que el consumo del libro de texto y la televisión, dos medios de comunicación que no permiten la participación expresa de su público ni la generación de experiencias tan significativas como hoy lo hace el internet, son la solución al problema educacional que enfrenta nuestro país es pensar a los estudiantes como baldes que deben ser llenados, como entes sin contexto, sin sentimientos y sin particularidades en sus procesos de aprendizaje, así como sin interferencias (económicas, familiares, sociales) en el ciclo emisión-recepción.


            La desafortunada elección de este modelo, que sin duda acarrea otros problemas, no responde, contrario a lo que se podría pensar, necesariamente a una política de educación obsoleta. ¿Por qué? Porque luego de las experiencias vividas en el cierre de ciclo 2019-2020, la educación por internet evidenció varias taras sistemáticas, una de los más latentes: la #exclusión.


            El grueso de la población mexicana cuenta con mayor #acceso (que no total) a la televisión abierta que al internet. Mientras más del 90% del territorio tiene tele, apenas el 70% de los mexicanos entra a la web (y no todos por un servicio de banda ancha fijo) que en número representa un poco más de 40 millones sin acceso a la red. Y eso que, desde 2013, se plasmó en la constitución como #garantíaindividual el acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación. 


            Hoy más que en otros días el epíteto <<la televisión no educa>> pervive, pero no por el #contenido de los mensajes, sino por el #medio. El modelo elegido, ciertamente, responde más a una necesidad de educación universal que de calidad, pero también nos hace ver dónde estamos parados como país y que, como falsamente nos han querido vender por años, México no está a la vanguardia en telecomunicación. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario