Por: Jenny Gutierrez
Lic. En Informática, Instituto Tecnológico de Zacatepec
Colaboradora de Revista Divergencia
«Perdonarte es el mejor regalo que te puedes dar para hacer las paces contigo».
Escuché a muchos amigos, familiares y conocidos decir «perdona»; en mi mente sólo existía la pregunta: ¿cómo puedo perdonar?, ya lo habría hecho sí supiera hacerlo. Por un largo tiempo estuve escudriñando cómo lograrlo.
Un día inferí que perdonar es un proceso que exige compromiso. Para iniciar debes estar en un estado emocional que te haga sentir harto, fastidiado y al límite de cargar con las emociones de tristeza, enojo, frustración, miedo, odio, apatía e indiferencia. Cuando estés dispuesto a dejar de cargar el dolor que produce la falta de perdón, entonces estarás listo para perdonar. El perdón puede ser concedido a otros seres humanos, a situaciones, a seres espirituales, pero la indulgencia más grande es «el perdón a ti mismo».
Perdonar nunca ha sido una tarea fácil, si lo fuera cualquiera lo haría. Todos, alguna vez, hemos cargado equipajes muy pesados llenos de rencores, resentimientos, rechazos, humillaciones, injusticias, odios y dependencias. Estas son razones suficientes para aprender a perdonar genuinamente, empezando por ti.
El perdón no es un regalo para tus verdugos, es un regalo para ti, es el mayor beneficiado al otorgar el perdón. No necesitas esperar a que se disculpen contigo, tampoco es imperioso informarles que los perdonaste. Los regalos que obtienes con la absolución son: liberación de cargas emocionales, alegría y paz interior.
La indulgencia es un procedimiento individual, tú decides dónde, cómo y cuándo. En el momento en que te sientas listo entonces puedes practicar el siguiente proceso:
Con los ojos cerrados trae de forma figurativa a la persona que deseas perdonar. Obsérvala frente a ti.
Mientras la contemplas escucha a tu cuerpo, identifica qué sensaciones y emociones se despiertan en ti, ponle un nombre a eso que sientes, siéntete libre de ponerle el nombre que desees.
Ahora «verbaliza» las emociones que sientes, arriésgate a pronunciarlas, ríndete a esas emociones, siéntelas, permítete hacer catarsis, utiliza el don de la palabra para decir todo lo que te ha hecho sentir. De ser necesario llora, grita, enójate, sólo no te lastimes.
Finalmente, «acepta» que las cosas no pudieron haber ocurrido de ninguna otra forma. Que todo es perfecto como es.
«El perdón es la mayor expresión de amor hacia ti». Jenny Gutiérrez
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