Por: Karen De La Torre
Lic. Biología y estudiante de Derecho UNAM
Colaboradora de Revista Divergencia
«Estoy en mis días», «ando reglando», «llegó Andrés, el que viene cada mes», existen diversas formas de referirse a la menstruación sin necesidad de nombrarla. Además, al hablar de un producto de gestión menstrual (como son las toallas sanitarias, tampones, o copas menstruales), suele hacerse con discreción.
Comprender a la menstruación como un proceso natural es vital para poder manejarla de manera adecuada, segura y con dignidad; lamentablemente, a veces se considera motivo de burlas y descalificaciones, gracias a una abrumante cultura de misoginia que envuelve a la menstruación en tabúes, prejuicios y mitos, en especial entre niñas y adolescentes.
En realidad, este proceso acompaña a las personas menstruantes en toda su vida fértil (aproximadamente 2 mil 535 días, equivalente a siete años consecutivos); es decir, se ocupa un aproximado de 360 toallas o tampones al año con un costo de $720 anuales. Esto representa un gasto fijo mensual que afecta de forma diferencial a un sector de la población en un país con una brecha salarial, generando así una situación de injusticia fiscal.
Asimismo, no todas las personas menstruantes se encuentran en igualdad de condiciones para gestionar su menstruación, ya que además de los productos de gestión menstrual, también es necesaria una infraestructura adecuada (baños con un buen suministro de agua y elementos de higiene como el papel higiénico, jabón, etcétera). La falta de estos recursos limita a las niñas, mujeres y demás personas menstruantes a la realización de sus actividades cotidianas, atentando contra derechos humanos básicos, en especial a la educación y a la salud.
De acuerdo con datos del Programa Higiene Menstrual del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en México, el 43% de las niñas y adolescentes prefieren quedarse en casa que ir a la escuela durante su periodo menstrual; el 30% utiliza papel higiénico en lugar de toallas sanitarias; el 66% piensa que los baños en sus escuelas están sucios; y el 73% se lava las manos sin jabón.
En este contexto es que surgió «Menstruación Digna», un movimiento e iniciativa que puso en la agenda pública la exigencia de que los productos de gestión menstrual se consideren de primera necesidad, y por tanto, que se les elimine la tasa de 16% del IVA, lo cual fue aprobado para el 2022.
Por otra parte, también existe la iniciativa para impulsar la gratuidad de los productos de gestión menstrual en las escuelas públicas del país, además de añadir la educación menstrual a los planes de educación básica. Al momento, Michoacán y Oaxaca dieron su aprobación, lo cual contribuirá a un acceso igualitario a este tipo de productos, especialmente a personas de escasos recursos que a veces no tienen ni sanitarios en buenas condiciones o agua potable.
Cabe destacar la importancia de lograr la universalidad, es decir, que esta iniciativa impacte a todos los estados de la república, en especial, a más sectores vulnerables como son las personas en situación de calle, en reclusorios, migrantes, entre otros, ya que la menstruación no es un lujo ni una decisión, es un proceso biológico que no debe invisibilizarse.
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