sábado, 11 de abril de 2020


Hablemos claro: El sexo en la sociedad mexica.


Por: #AmericaBenitez
Est. Derecho, Letras Hispanas #UNAM
Colaborador #RevistaDivergencia

Es bastante normal que constantemente nos preguntemos las diferencias que existían entre las manera de concebir el mundo de las culturas hispana y mexica que entraron en contacto mientras se llevaba a cabo un arduo proceso de conquista; nos cuestionamos sobre si les parecería normal en el otro, determinado comportamiento o manera de vestir, o si al hablar detectaban algún acento especial en el otro, pero muchas menos preguntas giran en torno a la actividad sexual en uno y otro caso, aunque francamente, nos es más morboso saber de la sociedad que nos parece más lejana, y la información menos abundante: la mexica.
En la sociedad mexica, existe un elemento primordial alrededor del cual giran todos los sub-elementos que componen su cosmovisión: la guerra. Es interesante que la guerra sea el objetivo y fin primordial, puesto que conlleva condiciones de posibilidad, es decir, que existan los hombres y armas suficientes para ejercer este arte, un adoctrinamiento eficaz en el mismo y obviamente, resistencia de otros pueblos a ser conquistados. La pertinencia de mencionar el propósito mexica, yace en que el equiparable a la guerra en el mundo de lo femenino son las relaciones sexuales.
Sobre las relaciones sexuales, en la cultura hispano-cristiana, tenemos bastante claro que el sostenerlas sin el compromiso que implica el matrimonio y con fines distintos a la reproducción o procreación representaba una conducta reprobada a todos los niveles sociales y considerada como pecado; en cambio, en la cultura mexica este aspecto se encontraba abstraído en al menos dos deidades femeninas: Tlazoltéotl (diosa de la fertilidad, el parto y la procreación) y Xochiquétzal (diosa del amor erótico y las relaciones libres cuya finalidad no es la procreación); es decir, se englobaban ambos aspectos: el sexual-reproductivo y el sexual-recreativo.
Sin embargo, no debe entenderse que cualquier persona pudiera sostener relaciones sexuales libremente, sino que existía una excepción en la que esto podía ocurrir sin que se tuviera por mal visto dicho comportamiento: el de los guerreros jóvenes que tenían sexo con sus compañeras denominadas ahuianime, en el entendido de que los guerreros no perdieran la concentración en el campo de batalla por tener pensamientos lujuriosos en lugar de iracundos; salvo lo anterior, todos los demás casos que implicaran coito sin una unión legal se tenía por una conducta ilícita hoy equiparable al adulterio, sin importar el sexo del transgresor.
Aun dicho lo anterior, no se sigue que el hecho de considerar ilícita una conducta, la misma no acontece en el plano de la realidad, pues es por eso mismo que se originan los diversos sistemas penitenciarios: debido a la contravención de la prohibición; y en el mundo mexica este fenómeno se hace presente por igual. Es ahora cuando el dicho mexicano ‘la ocasión hace al ladrón’ cobra algo de sentido, con la implementación del temazcal. Este lugar era la representación por excelencia del vientre materno, a él acudían hombres y mujeres para tomar largos baños de vapor completamente desnudos.
La utilidad que originalmente guardaba el temazcal, tenía mucho más que ver con lo espiritual que con el libido, consistía en entrar a un cuarto que naturalmente se encontraba a una temperatura elevada, posteriormente rociar agua y dejar que ésta se evaporara, la sensación de extrema sudoración y la falta de oxigenación adecuada, daban al usuario la impresión de estar renovándose o volviendo a nacer de la madre tierra nuevamente, debido al estado tan sofocado en el que se colocaban voluntariamente los mexicas.
Naturalmente, las condiciones en las que se tenía esta experiencia terminaron por llevar a los mexicas a un nuevo panorama de lo sexual, pues, cuando en determinadas épocas del año el temazcal no despedía el suficiente calor, tenía las condiciones ideales para fungir como un simple dormitorio, así pues, las mujeres cuyos esposos habían partido a la guerra y los hombres solteros (principalmente) comenzaron a foguearse en distintas prácticas sexuales no permitidas y por lo tanto ilícitas.
A raíz de la aparición cada vez más frecuente del fenómeno antes descrito, la sabiduría popular inició a mitificar alrededor de él, como es costumbre en la cosmogonía mexica, claro, sosteniendo por ejemplo, que, si una persona llegaba a desmayarse dentro del temazcal, se debía concretamente a que en el mismo sitio en el que se encontraba esta persona, se había perpetuado algún acto sexual ilícito.


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