miércoles, 10 de noviembre de 2021

REPENSAR TikTok

Por: #MauricioVillanueva
Est. De Ciencias de la Comunicación #UNAM
Director de Medios #RevistaDivergencia


Desde su surgimiento, TikTok ha sido probablemente la red sociodigital más estigmatizada de los últimos dos años. Sus contenidos ociosos (bailes, «trends» y tendencias hipersexualizantes) y su desarrollo entre la parte más joven de la sociedad pueden ser algunas de las razones por las que se la ha apreciado como una plataforma poco útil, más peligrosa de lo normal y de desperdicio tecnológico.



Sin embargo, con el paso de los meses, el potencial de TikTok ha superado las expectativas de muchos usuarios de internet. Los bailes y retos sin sentido no se han detenido, y seguramente han ido en aumento, pero la dinámica del confinamiento impulsó el desarrollo de otros y mejores contenidos, los cuales, además de mantenerse, se han perfeccionado paulatinamente. De tal forma, los autores de estos minivideos se han posicionado como referencias mediáticas que han dignificado la plataforma en los últimos meses.

TikTok ha sido el lugar propicio para compartir recetas de postres en un minuto, explicar fenómenos históricos complejos, realizar experimentos científicos, compartir teorías del conocimiento o analizar problemas sociales-políticos en un tiempo brevísimo, pero efectivo, con base en los bagajes intelectuales (algunos más ricos que otros) de las personas que hacen esos videos. Mostrando que puede haber una oferta alternativa de contenidos en la plataforma.

La diferencia de dichos productos radica en su capacidad de comunicar -comunicar entendido más como el acto de poner algo en común que como el mero hecho de transmitir información-. Así, los productores echan a andar su capacidad de abstracción con un fin meramente pedagógico: compartir conocimiento. El talento de enseñar algo mediante TikTok, además, tiene otra cualidad que permite conectar con su público; se da a partir de la experiencia del mismo creador de contenido. Es decir, es una forma personalizada de difundir conocimiento a través de vivencias, experiencias o del mero disfrute de la disciplina, lo cual resulta atractivo para los consumidores.

Ese efecto catalizador de TikTok ha sido entendido por otros miembros de la sociedad que, de acuerdo con la ortodoxia institucional, no deberían interesarse por tomar presencia en plataformas aparentemente tan fútiles. Personajes como el Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, o instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE) y la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México abrieron sus cuentas de TikTok en los últimos meses.

Aunque suene contradictorio que el INE o la SCJN inviertan en TikTok no es un desperdicio. Al contrario, es un potencial acercamiento, inédito en instituciones tan formales, a una población política en ciernes (siempre difícil, además). Al final, si un joven de 15-18 años es capaz de entender la relevancia y funciones del poder judicial o del INE gracias a TikTok, el medio pasa a ser lo menos importante. El interés en favor de la educación cívica se puede alcanzar y eso es lo que vale.

Entonces, repensar TikTok no implica enaltecer a la plataforma ni considerarla el camino a seguir, sino reevaluar los juicios que sobre ella se han emitido. Es verdad que no ha sido una plataforma capaz de eliminar el contenido basura y las fake news (ninguna plataforma digital en la actualidad lo ha logrado, de hecho), pero no puede negarse que se ha configurado como un sitio plural y atractivo para abrir discusiones sobre temáticas estigmatizadas o áridas (política, ciencia, historia, salud, religión, etc.) que en ocasiones les son lejanas o ambiguas a los sectores más jóvenes de la población.

Vale la pena, por todo ello, hacer esta reflexión. Como toda la tecnología, los usuarios siempre serán quienes determinen su utilidad y algunos de ellos ya comienzan a maquinar el cambio. El valor de TikTok quizá no está en lo que es hoy, pero sí en lo que puede llegar a ser mañana. Es terreno fértil que prosperará o se secará, dependiendo del rumbo que la acción humana marque. Mientras, en lugar de descalificar incrédulamente, valdría la pena tomar parte de esos espacios con información de calidad para seguir fomentando diálogos saludables que acerquen a la juventud al ansia de conocimiento y al desarrollo de nuevas habilidades. No todo lo que hay en TikTok es puro desperdicio.




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