miércoles, 7 de octubre de 2020

VERANO DEL 68

 Por: #BernardoAmbriz

Lic. Derecho #UNAM
Colaborador de #RevistaDivergencia

El año de 1968, en nuestro país, dejó una huella inolvidable a la sociedad mexicana, puesto que, en ese sexenio del expresidente, Gustavo Díaz Ordaz, «La changa», fueron muy recurrentes los movimientos sociales, debido a la inconformidad de una gran parte del pueblo hacia su gobierno que apostó a una política fallida que se reflejó en represión y autoritarismo.
Considero que es importante tomar en cuenta que en el año de 1968 el país estaba viviendo una nueva época de «revolución e insurrección», principalmente de los jóvenes contra el régimen autoritario priista del ex presidente en turno, el cual quería ser uno de los mejores presidentes de México, pero que terminaría siendo uno de los principales ex presidentes más odiados y repudiados en el país por ser precisamente uno de los principales autores intelectuales que haya participado en esta masacre junto con otro expresidente, Luis Echeverria.

Pero no solamente hay que tener en cuenta el contexto de dicho año en México, sino hay que tener en cuenta que en distintas partes del mundo se estaban llevando una serie de actos de protesta, principalmente liderada por jóvenes que buscaban una verdadera democracia, igualdad y, por supuesto, libertad. Por tal motivo, el 68 no fue exclusivo, a groso modo, algo que sólo implique a nuestro país, ni fuimos tampoco los primeros en protestar contra los actos del gobierno que nos generaban una realidad insoportable para miles de mexicanos y mexicanas.

Un miércoles, 2 de octubre de dicho año, en la plaza de las tres culturas, muy pocos creerían que un movimiento social de tal índole, iba a llegar a ser el pase directo para la muerte de muchas personas que luchaban por causas justas. Sin embargo, desde mi punto de vista, este movimiento fue un fenómeno que trajo aspectos positivos y algunos negativos.

Un aspecto positivo que podríamos destacar sería; la resistencia de algunos grupos que surgían de la propia sociedad civil, y un punto negativo del mismo es el miedo fundado a una gran parte de la población mexicana, propiciado por el Estado al exigir y hacer valer sus Derechos que les otorgaba su marco jurídico.

Retomando este último punto, con la figura del ejército y del batallón Olimpia, las cuales fueron las piezas fundamentales para este juego. Puesto que, el Batallón Olimpia se conformaba por militares y policías que actuaban de manera encubierta, es decir, vestidos de civil para pasar desapercibido, pero que se diferenciaban de los manifestantes por portar un guante o pañuelo blanco en la mano izquierda.

Lo cual fue una estrategia bastante hábil, siendo la parte activa de un plan orquestado o planeado anticipadamente para simular un enfrentamiento armado entre el ejército mexicano y manifestantes, dejando así manipular, una vez más, la información por la televisora más grande e influyente del país, disipando la verdad y alejándonos de nuestra realidad por medio de una televisión y una radio.

A pesar de ello, el gobierno logró su objetivo de llevar a cabo las olimpiadas, diez días después de dicho suceso, y Gustavo Díaz Ordaz consiguió su sueño de ser uno de los presidentes más recordados junto con Luis Echeverría Álvarez en la historia de nuestro país; pero con el nombre de represor y apellido de fascista, quién causó un número indeterminado de muertos, heridos y detenidos arbitrariamente.

A pesar de ya haber transcurrido más de 50 años de aquél octubre obscuro, las heridas aún no sanan, todavía existen y siguen vigentes una serie de interrogantes sobre quiénes fueron los responsables que originaron, ordenaron y estructuraron dicha masacre de hombres, mujeres, menores e incluso animales, ¿Cuántos muertos, detenidos y desaparecidos hubo?, una incertidumbre total que genera odio y, hasta en tanto, no se esclarezcan los hechos, los gritos de justicia no pararán y la sed de reclamo no terminará.


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