Por:#IvonneBereniceSerranoLugo
Lic. en Relaciones Comerciales #IPN
Colaboradora de #RevistaDivergencia
¿Es esta una buena pregunta?, acaso es una pregunta muy
recurrente y frecuente de las muchas preguntas que nos hacemos ante la evidente
incertidumbre que trajo consigo la pandemia de Covid-19, sin duda, es una
pregunta que constantemente se hace el sector cultural.
Tras la aparición y expansión de Covid-19 en México, las actividades culturales fueron de las primeras que quedaron suspendidas indefinidamente: los museos cerraron sus puertas, los músicos comenzaron a reprogramar sus actividades e incluso a cancelar sus conciertos, las salas de cine apagaron sus proyectores y los actores de teatro tuvieron que dejar en pausa la posibilidad de presentarse ante un público.
Seis millones cuatrocientos mil personas visitaron museos y
zonas arqueológicas durante el primer semestre del año, cifra que representa un
descenso de 61% en relación a lo reportado en 2019 generado en buena parte por
el cierre temporal de espacios debido a la contingencia.
La crisis económica originada por la pandemia de Covid-19 es
un escenario que tomó por sorpresa al sector cultural mexicano en un estado de
salud precario: siendo una de las principales consecuencias, la pérdida de
fuentes de trabajo en algunas áreas vitales de la producción cultural y otros
nuevos, como la falta de un plan gubernamental concreto para el impulso del
sector a corto y mediano plazo.
Durante la contingencia sanitaria de 2009, causada por la
expansión del virus de influenza AH1N1, por el que también se decretó un
periodo de confinamiento, especialmente en la Ciudad de México, aunque de menor
duración, entre el 1 y el 5 de mayo; mientras que el segundo episodio fue la
contracción económica mexicana derivada de la crisis económica en Estados
Unidos.
Para el Dr. En Economía
Ernesto Piedras – coautor del libro ¿Cuánto vale la cultura? (2004), la
pandemia sorprende al sector cultural del país en un momento en el que
anteriormente ya se hacía frente a dos problemas fundamentales: «el primero es
antiguo, y es que las autoridades niegan la contribución que este sector hace
al Producto Interno Bruto del país, que oficialmente es del 3%, pero que
realmente puede ser de entre 5% y 7%, si se contempla la actividad cultural del
sector informal y de otros sectores.»
Se trata de una valiosa contribución, pero al no haber un
reconocimiento de su importancia económica, no existe un apoyo a estas
actividades; y el segundo problema, más bien coyuntural, es que la economía de
México ya había entrado en una fase recesiva desde antes de la pandemia, que
estaba afectando, entre muchas otras, a las empresas culturales.
De manera oficial las empresas culturales generaron en 2018
ganancias por 702 mil 132 millones de pesos, equivalentes al 3.16% del PIB, de
acuerdo con cifras del Sistema de Cuentas Nacionales del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI).
Al hacer un análisis más profundo de la cuenta Satélite de
la Cultura en México, así como INEGI, reconoce que el sector cultural movió en
el mercado de bienes y servicios alrededor de 1 billón 289 mil 800 millones de
pesos, casi el doble de su aporte al PIB, únicamente en 2018.
Si bien el sector cultural ya estaba en crisis desde antes
de la pandemia, el hecho más notorio fue la ausencia del Plan Sectorial de
Cultura 2019-2024 que debió presentar el gobierno del presidente Andrés Manuel
López Obrador en enero de 2020, pero el plazo se venció y no han entregado
nada.
Ciertamente, el presupuesto asignado por el gobierno de
López Obrador al ramo de cultura aumentó 1.19% en términos reales 2020, en
comparación con el año 2019.
Con anterioridad la sociedad mexicana y su industria
cultural, han enfrentado dos episodios de inestabilidad económica que sirven de
antecedente a la actual crisis por la pandemia de Covid-19.
La precariedad en el sector de la cultura y las artes en
México es una situación de antaño que se maximizó con la actual pandemia, al
acentuar y hacer más evidente una serie de atrasos que experimentan los
artistas y agentes culturales con respecto al reconocimiento de su trabajo y
sus derechos laborales.
Esta nueva realidad, ha puesto al descubierto las brechas
digitales que son fuente de nuevas formas de desigualdad, porque 44% de los
hogares mexicanos no cuentan con conexión a internet, pero de manera
simultánea, ofrece alternativas que se pueden transformar una oportunidad para
que el sector cultural mexicano encuentre salida para sus contenidos creativos,
y pueda cumplir una función social trascendental en momentos de crisis: proveer
a la gente de herramientas de tranquilidad, para enfrentar este periodo de
desesperación.
En este sentido es momento de replantear el valor, impacto e
importancia del sector cultural, en México «La gente necesita la cultura ahora
más que nunca» «La cultura nos hace resilientes, nos da esperanza, nos recuerda
que no estamos solos», afirmaba en abril de este año, Ernesto Ottone,
subdirector general de cultura de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Es de esta manera que la colaboración y cooperación entre
artistas a través de plataformas online ha sido un elemento clave en estos
momentos, para reinvención, la creación, producción y circulación artística.
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) advierte de que numerosos artistas, a menudo contratados
de manera informal, serán abandonados a su suerte y las mujeres que ocupan una
mayor proporción de empleos precarios en este sector, son particularmente
vulnerables a la inseguridad social y económica.
Por esta razón dicho organismo diseño una guía de políticas
para un sector creativo resiliente, algunas de las propuestas de la UNESCO son
las siguientes:
Garantizar la percepción de ingresos en un contexto en el
que la demanda privada es muy escasa o incluso inexistente, fomentar la
creación de obras y la creatividad, mantener a los artistas en condiciones que
les permitan proseguir con sus creaciones y garantizar la continuidad de su
relación con el público; mostrar en primer plano a los creadores y sus obras
ante las diferentes audiencias y públicos.
Facilitar el acceso a contenidos culturales que contribuyen
a reforzar el sentimiento de pertenencia y la cohesión social por ser
significativos y pertinentes para las diferentes audiencias y públicos,
enriquecer el patrimonio cultural con obras nacionales, experimentar nuevas
modalidades de creación y difusión, incrementar y ampliar las diferentes
audiencias y públicos y crear nuevos canales de difusión cultural; encargos y
compras de obras, elementos a tener en cuenta para su aplicación.
Prestar atención a la cuestión de la gratuidad de las obras
procurando no sentar precedentes y no desvalorizar el trabajo del artista, y no
dando pie a que se considere que el fomento de la creación artística y cultural
es una tarea que incumbe exclusivamente al estado y que sólo se financia con
inversiones públicas.
Si bien todas las organizaciones deben afrontar y vigilar
cambios en su entorno, considero que más allá de la reflexión es momento de
tomar acción, no es acaso la cultura un elemento de pluralidad y colectividad
factor determinante en el desarrollo humano, socialmente siempre presente
cambiante, crítica y disidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario