lunes, 11 de enero de 2021

¿ES LA CULTURA EL SECTOR MÁS VULNERABLE FRENTE LA PANDEMIA?

Por:#IvonneBereniceSerranoLugo

Lic. en Relaciones Comerciales #IPN

Colaboradora de #RevistaDivergencia

¿Es esta una buena pregunta?, acaso es una pregunta muy recurrente y frecuente de las muchas preguntas que nos hacemos ante la evidente incertidumbre que trajo consigo la pandemia de Covid-19, sin duda, es una pregunta que constantemente se hace el sector cultural.

Tras la aparición y expansión de Covid-19 en México, las actividades culturales fueron de las primeras que quedaron suspendidas indefinidamente: los museos cerraron sus puertas, los músicos comenzaron a reprogramar sus actividades e incluso a cancelar sus conciertos, las salas de cine apagaron sus proyectores y los actores de teatro tuvieron que dejar en pausa la posibilidad de presentarse ante un público.

Seis millones cuatrocientos mil personas visitaron museos y zonas arqueológicas durante el primer semestre del año, cifra que representa un descenso de 61% en relación a lo reportado en 2019 generado en buena parte por el cierre temporal de espacios debido a la contingencia.

La crisis económica originada por la pandemia de Covid-19 es un escenario que tomó por sorpresa al sector cultural mexicano en un estado de salud precario: siendo una de las principales consecuencias, la pérdida de fuentes de trabajo en algunas áreas vitales de la producción cultural y otros nuevos, como la falta de un plan gubernamental concreto para el impulso del sector a corto y mediano plazo.

Durante la contingencia sanitaria de 2009, causada por la expansión del virus de influenza AH1N1, por el que también se decretó un periodo de confinamiento, especialmente en la Ciudad de México, aunque de menor duración, entre el 1 y el 5 de mayo; mientras que el segundo episodio fue la contracción económica mexicana derivada de la crisis económica en Estados Unidos.

Para el Dr. En Economía  Ernesto Piedras – coautor del libro ¿Cuánto vale la cultura? (2004), la pandemia sorprende al sector cultural del país en un momento en el que anteriormente ya se hacía frente a dos problemas fundamentales: «el primero es antiguo, y es que las autoridades niegan la contribución que este sector hace al Producto Interno Bruto del país, que oficialmente es del 3%, pero que realmente puede ser de entre 5% y 7%, si se contempla la actividad cultural del sector informal y de otros sectores.»

Se trata de una valiosa contribución, pero al no haber un reconocimiento de su importancia económica, no existe un apoyo a estas actividades; y el segundo problema, más bien coyuntural, es que la economía de México ya había entrado en una fase recesiva desde antes de la pandemia, que estaba afectando, entre muchas otras, a las empresas culturales.

De manera oficial las empresas culturales generaron en 2018 ganancias por 702 mil 132 millones de pesos, equivalentes al 3.16% del PIB, de acuerdo con cifras del Sistema de Cuentas Nacionales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Al hacer un análisis más profundo de la cuenta Satélite de la Cultura en México, así como INEGI, reconoce que el sector cultural movió en el mercado de bienes y servicios alrededor de 1 billón 289 mil 800 millones de pesos, casi el doble de su aporte al PIB, únicamente en 2018.

Si bien el sector cultural ya estaba en crisis desde antes de la pandemia, el hecho más notorio fue la ausencia del Plan Sectorial de Cultura 2019-2024 que debió presentar el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en enero de 2020, pero el plazo se venció y no han entregado nada.

Ciertamente, el presupuesto asignado por el gobierno de López Obrador al ramo de cultura aumentó 1.19% en términos reales 2020, en comparación con el año 2019.

Con anterioridad la sociedad mexicana y su industria cultural, han enfrentado dos episodios de inestabilidad económica que sirven de antecedente a la actual crisis por la pandemia de Covid-19.

La precariedad en el sector de la cultura y las artes en México es una situación de antaño que se maximizó con la actual pandemia, al acentuar y hacer más evidente una serie de atrasos que experimentan los artistas y agentes culturales con respecto al reconocimiento de su trabajo y sus derechos laborales.

Esta nueva realidad, ha puesto al descubierto las brechas digitales que son fuente de nuevas formas de desigualdad, porque 44% de los hogares mexicanos no cuentan con conexión a internet, pero de manera simultánea, ofrece alternativas que se pueden transformar una oportunidad para que el sector cultural mexicano encuentre salida para sus contenidos creativos, y pueda cumplir una función social trascendental en momentos de crisis: proveer a la gente de herramientas de tranquilidad, para enfrentar este periodo de desesperación.

En este sentido es momento de replantear el valor, impacto e importancia del sector cultural, en México «La gente necesita la cultura ahora más que nunca» «La cultura nos hace resilientes, nos da esperanza, nos recuerda que no estamos solos», afirmaba en abril de este año, Ernesto Ottone, subdirector general de cultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Es de esta manera que la colaboración y cooperación entre artistas a través de plataformas online ha sido un elemento clave en estos momentos, para reinvención, la creación, producción y circulación artística.

La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) advierte de que numerosos artistas, a menudo contratados de manera informal, serán abandonados a su suerte y las mujeres que ocupan una mayor proporción de empleos precarios en este sector, son particularmente vulnerables a la inseguridad social y económica.

Por esta razón dicho organismo diseño una guía de políticas para un sector creativo resiliente, algunas de las propuestas de la UNESCO son las siguientes:

Garantizar la percepción de ingresos en un contexto en el que la demanda privada es muy escasa o incluso inexistente, fomentar la creación de obras y la creatividad, mantener a los artistas en condiciones que les permitan proseguir con sus creaciones y garantizar la continuidad de su relación con el público; mostrar en primer plano a los creadores y sus obras ante las diferentes audiencias y públicos.

Facilitar el acceso a contenidos culturales que contribuyen a reforzar el sentimiento de pertenencia y la cohesión social por ser significativos y pertinentes para las diferentes audiencias y públicos, enriquecer el patrimonio cultural con obras nacionales, experimentar nuevas modalidades de creación y difusión, incrementar y ampliar las diferentes audiencias y públicos y crear nuevos canales de difusión cultural; encargos y compras de obras, elementos a tener en cuenta para su aplicación.

Prestar atención a la cuestión de la gratuidad de las obras procurando no sentar precedentes y no desvalorizar el trabajo del artista, y no dando pie a que se considere que el fomento de la creación artística y cultural es una tarea que incumbe exclusivamente al estado y que sólo se financia con inversiones públicas.

Si bien todas las organizaciones deben afrontar y vigilar cambios en su entorno, considero que más allá de la reflexión es momento de tomar acción, no es acaso la cultura un elemento de pluralidad y colectividad factor determinante en el desarrollo humano, socialmente siempre presente cambiante, crítica y disidente.





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