Por:
#RodolfoGarcésBriones
Pte. Derecho. #UNAM
Colaborador
de #RevistaDivergencia
El contexto
de pandemia que nos ha aquejado desde finales del primer trimestre del presente
año ha orillado a muchos de nosotros a descubrir o redescubrir pasiones o
hobbies que nuestro ajetreado estilo de vida, anterior al Covid, nos había
hecho olvidar.
En mi caso, revisitar y ampliar mi catálogo musical, me permitió conocer una canción que me dejo reflexionando: #MadreTierra, del interprete español conocido como “Macaco”.
En dicha canción algunas frases de las primeras estrofas golpearon de forma contundente mi curiosidad «Qué difícil cantarle a #tierramadre, que nos aguanta y nos vio crecer… Si la miras como a tu mamá, quizás nos cambie la mirada y actuemos como el que defiende a los tuyos y a los que vienen con él». Tal mensaje hizo que me preguntase sobre las acciones que tomamos para proteger a nuestro #medioambiente.
Sin embargo; no tarde mucho en encontrar las lamentables cifras que el #activismoambiental trae aparejado en un país como el nuestro. En primera instancia, #México es considerada la cuarta nación más peligrosa para los #activistasambientales, solo detrás de Colombia, Filipinas y Brasil, según datos de Global Witness.
Dicha organización registró en el año 2019, 18 homicidios de personas defensoras del #medioambiente, concentrándose más de la mitad de los mismos en el sur del país, principalmente en los Estados de Chiapas, Oaxaca y Tabasco.
Hasta ahora las #investigaciones de dichos #asesinatos ofrecen más oscuridad que luz para el esclarecimiento de los hechos. No obstante, el común denominador en todos y cada uno de ellos es la defensa del territorio de sus pueblos y comunidades, así como del ecosistema existente en ellas frente a los megaproyectos impulsados por la iniciativa privada y pública. Ello solo me permitió concluir algo: En #México te matan por defender la #naturaleza.
Dicha afirmación no debe tomarse a la ligera pues los casos que nombrar sobran. Uno de ellos es el del #activista morelense Samir Flores, el cual era líder opositor de la #TermoeléctricadeHuexca en el municipio de Cuautla Morelos. Sería el día 20 de febrero del año pasado que perdería la vida a causa de múltiples impactos de balas afuera de su domicilio, ubicado en el poblado de Amilcingo, en Temoac, Morelos.; al día de hoy su caso sigue sin resolverse.
O el caso de José Luis Álvarez Flores “#EltíoGuato”, quien siendo originario del municipio de Emiliano Zapata en el Estado de Tabasco y defensor del mono Saraguato (mono que predomina en la zona y al cual buscaba proteger de atropellamientos carreteros), perdió la vida un 11 de junio de 2019, tras recibir múltiples impactos de bala. Dicho homicidio se dio después de que Álvarez Flores denunciará la #extraccióndesmedida de arena del río Usumacinta, tras lo cual recibió amenazas de muerte.
El año que transcurre no ha sido diferente al anterior, pues aún con la pandemia de Covid-19 que nos ha tenido en cuarentena desde el mes de marzo, se han registrado el asesinato de 11 #activistasambientales.
Dos de los casos más sonados este año son los de Homero Gómez González y de Raúl Hernández, quienes defendían a la #MariposaMonarca y los bosques en el estado de Michoacán. El 29 de enero, el cuerpo de Homero fue encontrado tras 16 días de estar desaparecido. Una semana después de tal hallazgo, Raúl Hernández, otro activista del santuario de las mariposas, apareció muerto. En el caso de Homero, la Fiscalía determinó que su muerte fue accidental y que murió ahogado; pero ni su familia, ni organizaciones civiles creen la versión oficial.
Recientemente México dio un paso adelante con la ratificación del #AcuerdodeEscazú, por el Senado de la República, el pasado 5 de noviembre, dicho instrumento regional busca consolidar los derechos de las personas que defienden el medio ambiente, impulsando políticas de protección de carácter preventivo y no únicamente reactivo, como solía serlo.
Así pues, solo queda esperar como actuará el #Estado mexicano en todos sus niveles de gobierno para la efectiva aplicación de dicho acuerdo. No obstante, la responsabilidad como ciudadanía no queda únicamente en ser espectadores de la correcta o incorrecta implementación de disposiciones que garanticen la seguridad de los defensores ambientales, sino también ser parte de esos movimientos que tienen por objetivo #proteger a la #naturaleza.
Tal y como lo menciona, el título del presente texto, la flor solo brota una vez y personajes como los mencionados no volverán a aparecer; no obstante, su lucha no muere con ellos, pues es responsabilidad de las comunidades, de la sociedad en general y del propio gobierno tutelar por estos ecosistemas tan diversos para que no perezcan ante las inclemencias del capital.
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