A lo largo de la historia se ha discutido sobre la pertinencia de los actos humanos en este planeta, desde distintas posiciones o posturas: ambientales, sociales, familiares, legales e incluso morales. Sin embargo, todas ellas terminan por retomar (al menos de forma indirecta) una de las ideas más inconsistentes que la humanidad haya podido concebir jamás, se trata precisamente del constructo #libertad.
Es preciso, por ello mismo, englobar en principio un número al menos somero de definiciones sobre ella para contrastarlas, desentrañar sus elementos e intentar acercarnos a lo que muchos han llamado #esencia. Basta una búsqueda de la palabra en cuestión en el diccionario electrónico de la Real Academia Española (#RAE) para desatar la polémica; según esta institución, que contempla hasta el momento doce acepciones diferentes, la libertad puede ser:
1) La #facultad natural que tiene el hombre de #obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos;
2) El #estado o #condición de quien no es #esclavo;
3) El estado de quien no está #preso;
4) La falta de #sujeción y #subordinación;
5) El derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas en los sistemas democráticos;
6) Una #prerrogativa, #privilegio o #licencia;
7) La condición de las personas no obligadas por su estado al cumplimiento de ciertos #deberes;
8) La contravención desenfrenada de las #leyes y #buenascostumbres;
9) La licencia u osada familiaridad;
10) La #exención de etiquetas;
11) El desembarazo o #franqueza; y
12) La facilidad, soltura o #disposición natural para hacer algo con destreza.
2) El #estado o #condición de quien no es #esclavo;
3) El estado de quien no está #preso;
4) La falta de #sujeción y #subordinación;
5) El derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas en los sistemas democráticos;
6) Una #prerrogativa, #privilegio o #licencia;
7) La condición de las personas no obligadas por su estado al cumplimiento de ciertos #deberes;
8) La contravención desenfrenada de las #leyes y #buenascostumbres;
9) La licencia u osada familiaridad;
10) La #exención de etiquetas;
11) El desembarazo o #franqueza; y
12) La facilidad, soltura o #disposición natural para hacer algo con destreza.
A simple vista, (para alguien con al menos dos dedos de frente), está claro que las últimas cuatro definiciones se refieren al uso cotidiano de la palabra, cuestión que no es nada despreciable, pero para efectos de este trabajo, dejaremos de lado al menos de momento. Por el contrario, es interesante analizar el sentido de las restantes ocho nociones puesto que proveen definiciones por la oposición de unas con otras; ya que, a grandes rasgos demuestra que en el #colectivo social la palabra es entendida en orientación positiva: la capacidad de obrar plenamente en función de las pretensiones o intereses del ser humano; y en orientación negativa: actuar sin que exista un #límite, freno o impedimento para hacerlo.
Está claro que como sociedad confundimos constantemente libertad con #libertinaje. Las definiciones anteriores son muestra de ello, ¿cómo percibimos a la libertad?, ¿hacer lo que se quiera sin importar circunstancia alguna? No. Esa es justamente la principal diferencia entre estas dos miserables palabras, ambas, son extremos distantes dentro de la misma recta: encontraríamos a la libertad al centro, la esclavitud al extremo izquierdo, mientras que al libertinaje al derecho; lo anterior, si lo interpretáramos en un lenguaje matemático, obtendríamos como resultado que la esclavitud se localizaría en los números negativos, la libertad en el cero y el libertinaje en los números positivos.
Idealmente, en una reflexión apenas consciente, imaginamos un mundo en el que no existen límites y osamos bautizarlo como un ‘mundo libre’, falazmente por supuesto, dado que no es más que un ‘mundo libertino’, deformado por nuestro psique, en el que no contemplamos todos los outputs posibles; si cada cual pudiera hacer lo que le dictaran sus más profundos deseos, no únicamente permitiría a las mujeres rehusarse a lavar las losas, a los niños negarse lavar los dientes o a los adultos mayores decidir comer más caramelos que el día anterior; sino que permitiría que los vagos robaran bolsos para usarlos como almohadas, que las instituciones de seguridad social se rehusaran a brindar servicios médicos a placer o a los profesores reprobar a cualquier alumno sin necesidad de contar con los motivos suficientes.
Es posible que al ser #adolescentes, tengamos vagas percepciones de la vida, que no nos permitan dimensionar el funcionamiento de nuestra sociedad en sus distintos ámbitos, probablemente tengamos por creencia que un poco de diversión, ‘doblar las reglas ligeramente’ o ‘alocarse’ no conlleva mayor estrago que uno o dos regaños o enojos de nuestros padres; incluso hay quienes hasta edades muy avanzadas sostienen dichas ‘conclusiones pubertas’, mismas personas, que optan por hacer caso omiso a las restricciones que existen (formal e informalmente) al ejercicio de la libertad, aunque, en nuestra opinión deberían denominarse ‘restricciones al proceder’, puesto que, como ya mencionamos la libertad constituye una posición neutral.
Al venir al mundo cada ser humano, se encuentra capacitado, en la mayoría de los casos, para mover su cuerpo con total explayo y usar su cerebro en la media normal de la capacidad mental. No obstante, aún en estas condiciones óptimas, cada cual nace más apto en determinados campos o materias que otros, lo que representa, una primera limitante a un ‘actuar plenamente incondicional’, además de que debido a las estructuras sociales establecidas desde hace unos cuantos siglos, los individuos organizados determinan, según su contexto histórico, por una parte: normas convencionales de conducta deseada, y por otra; un sistema de imposiciones de normas conductuales de carácter obligatorio, que representan una segunda limitante para este actuar.
Respecto de los tres tipos de #limitaciones antes enunciados, podemos decir que, efectivamente, ninguna de ellas es, al menos físicamente insuperable, salvo una de ellas: la natural; mas es claro que intentar sobrepasar alguna de ellas trae consigo consecuencias. En el primer caso, se trataría de una deficiencia física o malestar #psicoemocional; en el segundo caso, se hablaría de una carga de #exhibición social y de posterior #exclusión; de momento nada grave, al menos nada que sea vital, ello, hasta que volvemos a reflexionar sobre el tercer tipo de restricción, en el que, al estar garantizado por medios coactivos, se impone una sanción que no puede eludirse fácilmente y que puede llevar hasta la privación total de la libertad de tránsito (al recluir a una persona en prisión).
Al parecer esta idea es bastante importante para todos, siempre que justifique el desenfreno, puesto que se parte desde la interiorización del beneficio propio de manera exclusiva y deja de lado una parte importante: cada hecho, cada actuar, toda injerencia repercute en el medio, sin lugar a dudas; y cuando se ha comprobado que cierto incentivo, al ser provocado por el hombre causa un serie de reacciones en lo colectivo menos favorables en comparación del beneficio obtenido para este individuo, parece bastante razonable para la mayoría evitar realizar la conducta en cuestión, aunque siempre, existen las excepciones a la regla… por desgracia.
La libertad se encuentra naturalmente restringida, es decir, se trata con un concepto que entraña en sí mismo esa condición; la capacidad de conducirse sin obstáculo, sin consecuencias ni requisitos no ha sido, es o será nunca ‘libertad’… o al menos eso esperamos.
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