Por: #TeresaCortés
Est. Ciencias Políticas y Administración pública #UNAM
Colaboradora de #RevistaDivergencia
Septiembre es catalogado como el mes de los #sismos para los mexicanos. Los nervios de punta y la taquicardia son evidentes cuando escuchamos la alarma sísmica, el miedo nos invade -es complicado mantener la calma- y algo que pareciese tan sencillo recordar como el «no corro, no grito y no empujo» se dispersa entre la angustia y la desesperación pasando a ser un punto nulo en la memoria.
El #terremoto de #1985 dejó una huella que nos mantenía alerta, la intuición era la única alarma que existía en el país y la ansiedad nos consumía por ver fotografías del suceso, sin embargo; el 19 de septiembre de #2019 la tierra nos recordó el poder que posee sobre nosotros, con la autoridad suficiente para desnudar nuestras almas, dejándonos vulnerables, mostrando la realidad de cada uno, seres humanos empáticos y solidarios, así como perversos y ruines.
El sismo de septiembre permitió medir la #magnitud de los corazones, la nobleza y el amor a nuestro #México, a pesar del miedo y los pocos recursos, se tomaron fuerzas para convertirnos en uno solo. Los daños no sólo eran pérdidas físicas, se sumaban años de trabajo, esfuerzo, lágrimas y sudor de un país que, poco a poco, iba levantándose. Las vidas pérdidas de familiares y mascotas significaban, una vez más, el punto de quiebre para los mexicanos.
A dos años del suceso, septiembre no se hace esperar para sacudirnos de nuevo, ¿qué lo hace diferente de otras veces? La angustia sigue siendo la misma, pero la intuición ya no, poco a poco estamos desarrollando suspicacia a nuestra manera con el mismo fin de siempre: salvar nuestras vidas y la de nuestros seres queridos. El #miedo ante un sismo es una reacción psicológica que tenemos ante la sensación de amenaza, por muy preparados que creamos estar, es algo que no podremos controlar.
La tierra seguirá buscando cobrar la factura, no sólo en septiembre, sino de manera inesperada. Recordemos acudir a las zonas de seguridad que ya existen, alejarnos de vidrios u objetos que pudieran caer sobre nosotros, evitar el pánico, tratar de mantener la calma y ayudar a que otros lo hagan, es lo primordial. Somos muy pequeños y vulnerables cuando estamos en catástrofes, pero si nos unimos podemos ser más fuertes de lo que creemos.
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