lunes, 5 de septiembre de 2022

ALTERADOS

Por: Ricardo Lides
Lic. Sociología UAM
Director Editorial de Revista Divergencia

Actualmente, vivimos en una época donde el tiempo se está volviendo muy corto, ¿cómo es esto posible?

Es evidente que, con la llegada de la pandemia, la mayoría de las actividades que realizamos ya no son las mismas y dudo que lo vuelvan a ser en corto tiempo. Todo se ha alterado de una forma no tan favorable como lo quieren hacer creer. Vivimos en un constante bombardeo de anuncios donde todo lo quieren hacer «exprés» y llevártelo hasta la puerta de tu casa. Nos hemos convertido en esclavos de la velocidad.

Se tomaron –y se siguen tomando- medidas apresuradas para poder frenar los contagios (creación de vacunas contra el Covid), se aceptan las decisiones más fáciles y rápidas para cualquier actividad que se hace en casa. Por ejemplo, es más rápido destapar una bolsa de papas fritas que cocinar algo nutritivo, de igual forma pasa con la actividad física, pues, en primera instancia, se prefiere tomar el teléfono celular para observar una serie de «moda» o navegar por las diferentes redes sociales antes de realizar ejercicio físico o leer un libro.

No es sorprendente que la industria de la comida rápida tenga un gran impacto, ya que es «fácil» de conseguir, accesible, rápida y una buena alternativa cuando no hay tiempo para preparar algo; todo hasta la comodidad de tu hogar.

Las relaciones sociales también se están viendo afectadas gracias al «exceso de velocidad». Si bien, esto puede tener grandes beneficios, pero también desventajas, pues las relaciones se están volviendo cada vez más virtuales. Esto, a largo plazo, puede traer consecuencias, pues no se interactúa físicamente con otra persona y sólo se realiza comportamientos repetitivos de oprimir una pantalla, ya no se relaciona con personas en el transporte para ir a la escuela o trabajo, ni con amigos para salir de fiesta, todo es instantáneo en el mundo virtual.

Es muy importante remarcar por qué puede traer consecuencias estar con el tiempo contado, querer todo al instante o, incluso, tener poca o nula interacción social. La coyuntura actual de la pandemia es algo que no tiene un final calculable, es incierto y causa incertidumbre el saber cuándo acabará, pues para ello es necesario que el virus ya no esté más en circulación, objetivo que parece imposible, a pesar de los esfuerzos por crear, en el menor tiempo posible, vacunas que lo combatan. Incluso para llegar a la inmunidad de rebaño falta tiempo.

No quiero que se interprete que todo lo que está pasando durante la pandemia sea negativo, sino que hay ciertos comportamientos que se tienen que modificar con el objetivo de aumentar la interacción social, es decir, reducir los tiempos en el móvil y emplear el tiempo necesario para realizar ciertas actividades que tengan un impacto positivo.

Cada vez se hace más corto el tiempo, antes se tenía que esperar días, incluso semanas para poder trasladarse de un lugar a otro, hoy en día se puede hacer en horas, nos llevaba años conocer nuevos inventos, estrenos de películas o libros, ahora con un simple «click» lo tenemos a la mano. Disfrutamos más estar pegados al celular, como un tipo de dependencia, deslizando el dedo de abajo hacia arriba.

La velocidad nos está carcomiendo, el traslado rápido con el objetivo de llegar lo antes posible está borrando la distancia, queriendo estar en todos lados, pero no estamos en ningún sitio, nos estamos volviendo cada vez más dependientes de los bombardeos de imágenes y sonidos que emanan de las pantallas y bocinas con una cantidad de información que, no necesariamente, trae consigo efectos positivos.

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