Por: #FrydaHernández
Est. De Medicina #FESZaragoza
Colaboradora de #RevistaDivergencia
Me desperté como a las 08:30 de la mañana porque mi madre movió mi almohada mientras trataba de levantarse de la cama con movimientos sigilosos, yo me quede sin hacer ruido pero me mantuve mirándola y escuchando sus pasos por la casa, mientras preparaba su bolsa con cosas de la oficina, el escándalo de sus zapatos de tacón cuando regresaba por segunda vez al espejo del baño a revisar su peinado, recuerdo haber escuchado las llaves raspando la pared en el momento que las tomó rápidamente del porta llaves en forma de guitarra que tenemos a lado de la entrada principal, incluso escuche como abrió la puerta y la azoto para que no se saliera corriendo nuestro perro.
Concilié el sueño y dos horas después me mandó un mensaje «hijo, ya no me pude despedir, estabas bien dormido, en la noche nos vemos, te amo», a lo que le contesté, «sí, ma, no se preocupe aquí la espero».
Desde ayer, martes cuatro de mayo no he escuchado los zapatos por el baño ni el cuarto, no están de vuelta las llaves en la guitarra de madera y el perro sigue en el patio con la cabeza agachada para ver los pies pasando por la calle; con ansias de querer salir cuando se entreabre la puerta y vea la bolsa roja entrar primero.
Pero ese momento no llegará, porque ayer la bolsa roja con las llaves dentro quedó enterrada bajo los escombros del metro, ese momento no llegará porque mi madre quedó enterrada bajo los escombros de un gobierno corrupto y negligente, ese momento no llegará porque lastimosamente en México pertenecer a la clase de los trabajadores que no pueden costear otro medio de transporte, parece ser sinónimo de no merecer un transporte seguro y de calidad, a pesar de pagar impuestos y de ganar el salario mínimo.
Acabo de llegar de reconocer su cuerpo, ahora fui yo quien vio sus ojos cerrados, pero al contrario que ella, yo no podía no dejar de gritarle, ¡mamá, por favor despierta!
No hay comentarios:
Publicar un comentario