domingo, 7 de febrero de 2021

VACUNAS MILAGRO

Por: Mauricio Villanueva

Est. de Ciencias de la Comunicación en la  #UNAM

Colaborador y Director de Comunicación y Plataformas Digitales.

La vida de una vacuna puede ser complicada, cuando llega, la critican; cuando no, también,cuando está fuera del país, recibe alabanzas y lisonjas (a menos que sea rusa, esas no porque son producto de la magia y no de la ciencia); cuando llega, se le juzga con escepticismo: por su tamaño, por su cantidad, porque es muy fría o porque no se deja comprar al mejor postor; aun cuando se tiene en la mano (o en la sangre), una vacuna sigue siendo una promesa vacía.

Hay más de ciento setenta estados soberanos en el mundo y, de todos ellos, apenas unas decenas han empezado sus programas de vacunación. De casi 50 países, en muy pocos se han podido administrar dosis por millones; también ha habido problemas de distribución, ¡así es, estos no han sido exclusivos de México! La Unión Europea ha tenido roces con las farmacéuticas que han privilegiado al Reino Unido y no han cumplido sus contratos de suministro, fallas en fábricas, retrasos en la producción y otras excusas han encendido a los diplomáticos europeos.

Para evitar que la vacunación no se quede en pocas manos, la Organización Mundial de la Salud, lanzó el mecanismo COVAX: un catálogo de vacunas que las desconcentrará de los países más ricos para llevarlas también a los más pobres. Aproximadamente hay ochenta países afiliados de forma autofinanciada (México entre ellos) y otras noventa y dos naciones inscritas estarán a merced del organismo internacional para no rezagarse en el proceso.

De no ser por COVAX, las más de uno punto tres billones de vacunas que ha asegurado habrían caído en las precompras de los países ricos, muchos de los cuales ya tienen incluso más dosis de las necesarias para suplir la necesidad de su población, esto último también podría estimular el llamado <<turismo de vacunas>> en el que personas de países donde aún no se aplica la vacuna viajan para ponérsela en los estados con suficientes dosis. Este acto puede interpretarse como audacia o egoísmo, dependiendo de donde se le vea, pero lo cierto es que entorpece procesos y no es cívico en tanto rompe los órdenes preestablecidos por los gobiernos.

La carrera por la vacuna ha sido una competencia capitalista (desde la investigación hasta la distribución y aplicación) y un reto para economías dependientes y en eterno desarrollo como México o Latinoamérica. No obstante, nuestro país ha encontrado formas de obtener vacunas en tiempos relativamente cortos sin depender totalmente de la OMS; en la medida de las posibilidades nacionales, que ciertamente no son las de los países ricos, se han alcanzado buenas metas.

Así -aunque a cuentagotas si se quiere ver- México ha aplicado ya seis cientos mil vacunas, cantidad magnánima en comparación con Guinea y sus veinticinco dosis o Dinamarca y sus doscientos diez mil (pero que son 3.5% de la población) o Eslovenia y sus cincuenta y cuatro mil (2.7% de su población) o Bahréin y sus ciento veinte mil, que equivalen a un nada envidiable 8.5% de sus habitantes. Si de tecnicismos se trata, la forma de presentar los datos determinará la interpretación optimista o pesimista del escenario.

Con un contexto tan complejo, es difícil entender por qué existe una constante descalificación contra todo lo relacionado con las vacunas, las dosis se reciben sin ser bienvenidas: si llegan, son caridad; si no llegan, es incapacidad; si son occidentales, fueron por la OMS; si son orientales, esas no son ciencia; si hay planeación, no tiene caso porque no existen las vacunas; si no la hay, pésima gestión del gobierno. La realidad es que seis cientos mil vacunas, a la luz de la carrera internacional tan desigual, no han sido ni regalo, ni caridad, ni mucho menos sobras. Y las que han de llegar tampoco lo son.

Es cierto que la estrategia gubernamental es muy perfectible, así como su rendición de cuentas y su estrategia de comunicación, pero en su descalificación ha triunfado la ideología sobre los hechos de la realidad internacional, se ha olvidado la crítica verdadera y han aparecido los juicios sin fundamento, a este paso y con esta percepción, la vacuna que llegue terminará viéndose como un objeto irreal, ineficiente: un producto milagro. Tendremos la vacuna milagro antes de entender el potencial milagro de tener la vacuna.




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