Por: Mauricio Villanueva
Est. de Ciencias de la Comunicación en la #UNAM
Colaborador y Director de Comunicación y Plataformas
Digitales.
La vida de una vacuna puede ser complicada, cuando llega, la
critican; cuando no, también,cuando está fuera del país, recibe alabanzas y
lisonjas (a menos que sea rusa, esas no porque son producto de la magia y no de
la ciencia); cuando llega, se le juzga con escepticismo: por su tamaño, por su
cantidad, porque es muy fría o porque no se deja comprar al mejor postor; aun
cuando se tiene en la mano (o en la sangre), una vacuna sigue siendo una
promesa vacía.
Hay más de ciento setenta estados soberanos en el mundo y,
de todos ellos, apenas unas decenas han empezado sus programas de vacunación.
De casi 50 países, en muy pocos se han podido administrar dosis por millones;
también ha habido problemas de distribución, ¡así es, estos no han sido
exclusivos de México! La Unión Europea ha tenido roces con las farmacéuticas
que han privilegiado al Reino Unido y no han cumplido sus contratos de
suministro, fallas en fábricas, retrasos en la producción y otras excusas han
encendido a los diplomáticos europeos.
Para evitar que la vacunación no se quede en pocas manos, la
Organización Mundial de la Salud, lanzó el mecanismo COVAX: un catálogo de
vacunas que las desconcentrará de los países más ricos para llevarlas también a
los más pobres. Aproximadamente hay ochenta países afiliados de forma
autofinanciada (México entre ellos) y otras noventa y dos naciones inscritas
estarán a merced del organismo internacional para no rezagarse en el proceso.
De no ser por COVAX, las más de uno punto tres billones de
vacunas que ha asegurado habrían caído en las precompras de los países ricos,
muchos de los cuales ya tienen incluso más dosis de las necesarias para suplir
la necesidad de su población, esto último también podría estimular el llamado
<<turismo de vacunas>> en el que personas de países donde aún no se
aplica la vacuna viajan para ponérsela en los estados con suficientes dosis.
Este acto puede interpretarse como audacia o egoísmo, dependiendo de donde se
le vea, pero lo cierto es que entorpece procesos y no es cívico en tanto rompe
los órdenes preestablecidos por los gobiernos.
La carrera por la vacuna ha sido una competencia capitalista
(desde la investigación hasta la distribución y aplicación) y un reto para
economías dependientes y en eterno desarrollo como México o Latinoamérica. No
obstante, nuestro país ha encontrado formas de obtener vacunas en tiempos
relativamente cortos sin depender totalmente de la OMS; en la medida de las
posibilidades nacionales, que ciertamente no son las de los países ricos, se
han alcanzado buenas metas.
Así -aunque a cuentagotas si se quiere ver- México ha
aplicado ya seis cientos mil vacunas, cantidad magnánima en comparación con
Guinea y sus veinticinco dosis o Dinamarca y sus doscientos diez mil (pero que
son 3.5% de la población) o Eslovenia y sus cincuenta y cuatro mil (2.7% de su
población) o Bahréin y sus ciento veinte mil, que equivalen a un nada
envidiable 8.5% de sus habitantes. Si de tecnicismos se trata, la forma de
presentar los datos determinará la interpretación optimista o pesimista del
escenario.
Con un contexto tan complejo, es difícil entender por qué
existe una constante descalificación contra todo lo relacionado con las
vacunas, las dosis se reciben sin ser bienvenidas: si llegan, son caridad; si
no llegan, es incapacidad; si son occidentales, fueron por la OMS; si son
orientales, esas no son ciencia; si hay planeación, no tiene caso porque no
existen las vacunas; si no la hay, pésima gestión del gobierno. La realidad es
que seis cientos mil vacunas, a la luz de la carrera internacional tan
desigual, no han sido ni regalo, ni caridad, ni mucho menos sobras. Y las que
han de llegar tampoco lo son.
Es cierto que la estrategia gubernamental es muy
perfectible, así como su rendición de cuentas y su estrategia de comunicación,
pero en su descalificación ha triunfado la ideología sobre los hechos de la
realidad internacional, se ha olvidado la crítica verdadera y han aparecido los
juicios sin fundamento, a este paso y con esta percepción, la vacuna que llegue
terminará viéndose como un objeto irreal, ineficiente: un producto milagro.
Tendremos la vacuna milagro antes de entender el potencial milagro de tener la
vacuna.
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