Lic. En Sociología en #UAM
Director Editorial en #RevistaDivergencia
La moral es una cuestión normativa, es decir una creación humana que guía a las personas para saber lo que tienen que ser o cómo actuar sobre la base de lo bueno o correcto. Pero ¿Cómo saber que es lo bueno y malo?
Si bien, se puede ver a la moral desde diferentes puntos de vista, como el de la sociología, donde es el conjunto de normas que nacen de una sociedad para imponerse a ésta misma. En pocas palabras; una #dominación con un orden social, ya sea convencional, donde existen acuerdos o legal donde hay reglas estatuidas por el derecho.
Cabe señalar que, la moral se podría entender como un poder estructurado porque existe mando y obediencia y, por lo tanto, existe una legitimidad. En dicha #legitimidad va una culturización que sobrevive con base a un poder, y sabiendo que el poder es la probabilidad de imponer la voluntad a costa de la resistencia de otros, la moral se impone, principalmente; la moral #cristiana, dicho de otra forma, una moral de esclavos o moral al sometimiento.
Históricamente, el nacimiento de la moral cristiana, fue un alzamiento en contra de los valores de Roma; a partir del resentimiento de los débiles hacía los #fuertes, entre las clases nobles y plebeyas de la antigüedad. Lo bueno se asocia con lo noble, los poderosos, los que se consideran a sí mismos como buenos, mientras que lo malo tenía que ver con lo plebeyo; lo bajo o a los esclavos.
Por consiguiente, el esclavo se rebela, pero no de una forma como se conoce, levantándose en armas, sino que pasivamente invirtiendo los valores #morales.
La moral cristiana dice: hay que ser buenos en nuestro sentido: no llevando la violencia a nadie, sobrellevar la esclavitud, ser débiles por decisión #propia; ahora que podemos ser buenos siendo esclavos, hay que permanecer así, que un día llegará nuestro reino.
Por tal razón, es fundamental no seguir fomentando esos #valores de obediencia para poder desprenderse de esa condición de esclavo con la que se apoya la minoría dominante para sojuzgar a la mayoría desposeída. No seguir más esa esperanza de ir al cielo, pues la #esperanza es el peor tormento de los hombres; pues prolonga el sufrimiento.
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