Por: #AndreaUribe
Est. Lic. Sociología #UAMXochimilco
Colaboradora de #RevistaDivergencia
El viernes 13 de agosto se llevó a cabo la inauguración de la maqueta «Huey-Teocalli», en donde el Presidente López Obrador dedicó un interesante discurso sobre la resistencia indígena, uno de los aspectos más importantes a rescatar del discurso del Presidente es aquel que hace referencia a la supuesta modernidad que trajeron los españoles a América, toda vez que estos calificaban de «salvajes» a los mexicas que habitaron la gran ciudad de Tenochtitlán, sería pertinente entonces preguntarnos ¿qué es la modernidad?, desde mi punto de vista, este es un concepto que tiende a la relatividad, pues si bien es cierto, los españoles poseían armas y animales que eran desconocidos por los mexicas; también los mexicas poseían conocimientos que iban más allá de lo que los españoles podían comprender.
En el estricto sentido, las costumbres mexicas y españolas guardaban grandes similitudes que se desprenden del análisis de los modos de vida, por ejemplo, en España la Inquisición sacrificó humanos para preservar su religión; los mexicas por su parte, sacrificaban esclavos y mujeres jóvenes a los dioses en los que creían, al final, ambos actuaban en nombre de la religión, la diferencia radica en que España pretendía imponer la religión cristiana como la «única y verdadera» en todo el mundo, de manera que todo lo que fuese diferente o desconocido, era catalogado como pecado o herejías y, por lo tanto, tenía que ser erradicado.
Con el paso del tiempo hemos ido recuperando poco a poco a las culturas indígenas que constituyen nuestra identidad nacional, sin embargo, el eurocentrismo sigue estando presente en varios aspectos de América Latina, toda vez que la epistemología latinoamericana se encuentra empapada del paradigma europeo, por lo que la colonización intelectual se está gestando de la misma manera que la colonización religiosa.
La conquista nos deja como aprendizaje no dar por hecho que una cultura es «atrasada» sólo porque sus costumbres y tradiciones son distintas a las nuestras.
La heterogeneidad estructural de la formación social nos ha hecho creer que el orden social se reduce a una parte del mundo occidental, esta afirmación pone de manifiesto la hegemonía ideológica de la que somos parte; el mundo está compuesto por distintas culturas que forman parte de la riqueza de las naciones, por lo que demeritarlas llamándolas «atrasadas», «bárbaras» o «salvajes», es una muestra de la ignorancia y discriminación de las que son víctimas, como en el caso de las culturas indígenas que constantemente tienen que enfrentarse al desplazamiento de los lugares donde habitan, a la apropiación cultural y, en el peor de los casos, al genocidio.
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