Por: #LilyAguilar
Est. De Sociología #UNAM
Colaboradora de #RevistaDivergencia
Escuchar, repetir y afirmar que la #educación es la base de la sociedad. El enseñar es un arte, que con el tiempo comienzas a amar, ese intercambio con tus alumnos, el lograr que un poco de ti sea absorbido en el #crecimiento personal e intelectual de los jóvenes o adolescentes. ¿En qué momento se les ocurrió a las universidades que los profesores pueden vivir de ese amor?
Aún recuerdo una de las primeras #clases en la facultad, el primero en llegar, de los pocos que cubrían sus dos horas completas de clase, el más dinámico, el más apasionado, el que me hizo amar aún más mi carrera, es un #profesor de asignatura, que hoy está luchando junto con otros más. Al dar las 09:00 horas en punto, salía corriendo del salón de clase, posiblemente a su otro trabajo, porque claro, ¿Quién puede vivir con aproximadamente 5 mil pesos mensuales?
Este incidente en la que presume ser la «Máxima Casa de Estudios del país y Latinoamérica» nos ha permitido voltear a ver una #precarización que lleva décadas en cerca del 75% del personal docente de la UNAM, donde #directivos cobran más de 110 mil pesos mensuales.
No es un caso particular, en las #universidades públicas y algunas privadas, se observa la misma situación, no sólo del país sino del mundo. Pagar por #horas, desconoce el labor previo y posterior de dar clases, es banalizarlas y desvalorizarlas; requiere preparación, evaluación y retroalimentación.
#Deconstruir el orgullo universitario es reconocer los #problemas existentes y luchar como comunidad para resolverlos.
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