Por: #RaúlMejía
Est. De Derecho #UAEMex
Sub. De medios de #RevistaDivergencia
En la #historia de la humanidad, la necesidad de agruparse y consolidar una fuerza estructural ha sido un reto. Durante la Edad Media existió un enorme periodo de obscuridad por varias circunstancias, por ejemplo, Dios era centro del mundo, las guerras duraban décadas, la peste negra acabó con la vida de miles de personas, los campos estaban desechos y las universidades vacías. La humanidad había tropezado y lo pagaba con creces.
Posteriormente, en el siglo XII, los estudiosos empezaron a revivir los antiguos #escritos griegos. El revivir el conocimiento griego trajo consigo una nueva actitud hacia el ser humano y respecto a su lugar en el mundo. Los #logros ya no eran voluntad divina, sino eran méritos propios del ser humano.
Si algo nos ha enseñado la historia es que en todos los #periodos de la humanidad han existido héroes, enemigos, cobardes y por supuesto traidores. La #confianza es algo que el ser humano valora mucho y sólo existe un acto que es capaz de destruir por completo las relaciones familiares o incluso a la nación: la #traición.
Maquiavelo decía que «la traición es el único acto de los hombres que no se justifica», por eso no ha evitado que esté presente hasta el día de hoy. Además, agrega que «los celos, la avidez, la crueldad, la envidia y el despotismo son explicables y hasta pueden ser perdonados, según las circunstancias. Los traidores, en cambio, son los únicos seres que merecen torturas del infierno político, sin nada que pueda excusarse».
Ejemplos de #traiciones hay muchos, puede que Judas Iscariote sea el traidor más famoso de occidente por delatar y señalar a Cristo a cambio de 30 monedas de plata.
Otra famosa #traición ocurrió en el año 44 A.C en el pleno del Senado de Roma. Una vez que Julio Cesar aplastó la oposición en la Gran Guerra Civil Romana, decidió perdonar a Marcus Junius Brutus, incluso le confió la administración del Estado. Sin embargo, este influenciado por otros senadores conspiro contra Cesar y su asesinato. «¿Incluso tú, Brutus?», exclamó Julio César al ser acuchillado por él.
Para un traidor, los #principios no son importantes; las consideraciones personales se imponen sobre las ideas. Hoy en día, un traidor puede traicionar en menor escala y mañana podrá hacerlo a una escala mayor.
Pero, ¿qué impulsa al ser humano a traicionar?. Irene Orce, psicóloga y periodista española explica lo siguiente: «en la gran mayoría de ocasiones en las que se fragua una traición no hay una intención intrínseca de hacer daño. Hay ignorancia, egocentrismo y torpeza, sin duda, pero en todas las ocasiones existe algo de maldad».
Puede que esté en la #naturaleza del hombre la necesidad de «sobrevivir» y éste se sienta obligado a tomar #decisiones deshonestas, infieles e incoherentes. Pero puede que, tanto los héroes, como los traidores sean necesarios para la construcción de la historia de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario