lunes, 14 de junio de 2021

REPENSANDO LOS HECHOS

Lic. En Sociología #UAMXochimilco
Director Editorial de #RevistaDivergencia

Ante los hechos sucedidos el pasado 3 de mayo en la Ciudad de México, miles de personas comenzaron a reproducir información desaprobando la mala calidad y mantenimiento de la Línea 12 del Metro en las distintas redes sociales. Desde el 2008, año donde arrancaron los trabajos de construcción, la Línea 12 ha estado en constantes investigaciones y reproches, primeramente, por rebasar el presupuesto inicial, posteriormente por los millones de solicitudes ante la preocupación de su construcción.

Desde un inicio y hasta la fecha, era constante la inversión que se le hacía a dicha línea por su mala construcción, tratando de mitigar las distintas fallas. Ahora, luego del colapso de una parte de la estructura de la Línea 12 que, hasta ahora, ha dejado más de 20 muertes y algunos más heridos, el punto focal sigue estando en el exjefe de gobierno del Distrito Federal, ahora Ciudad de México y secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard y en el consorcio constructor, encabezado por Carso Infraestructura y Construcción (CICSA); subsidiaria de Grupo Carso, Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y Alstom, fabricante de trenes franceses.

Es común por parte del estado, sea quien sea que esté en poder, crear instituciones para darle «solución a problemas» de justicia social, económica y jurídica del país (actos que en lo empírico no se ve), en el caso de la Línea 12 del Metro fue para solucionar y brindar un servicio de transporte masivo de pasajeros de forma más «rápida, segura y económica», pero dicha construcción nació muerta.

Hoy en día, con el derrumbe y con la pérdida de vidas, es importante preguntarnos, ¿Qué más se tiene que evidenciar por parte del Gobierno, Estado o poder para que sigan lucrando con las necesidades de las personas?

Con promesas, como siempre, se vendió la idea de que la Línea 12 sería una de las mejores de todo México, contando con servicio de wi-fi y que traería un progreso para las personas. Una vez más, se evidenció que el discurso por el progreso sólo es una forma de disfrazar la razón instrumental a favor del beneficio de unos pocos.

La molestia, enojo o frustración es evidente, pero se tiene que cuestionar las relaciones de poder, a las instituciones y a la minoría organizada, y no darle cabida a un discurso político, ya que están circulando consignas por parte de las personas como, «No fue un accidente, fue corrupción», teniendo la misma alocución de la 4T y en temporada de elecciones se puede usar a favor del partido en el poder.

Indudablemente, la solidaridad y la empatía está al rojo vivo, pues México se caracteriza por ese tipo de acciones en momentos de desgracia, como lo han sido en terremotos, inundaciones o algún otro peligro natural, sin embargo, ante los diferentes riesgos sociales, la mayoría de las personas tienden a mofarse y desmeritar la lucha de personas que tienen el coraje de levantar la voz y accionar en contra del poder.

Por tal razón, el luto es compartido, tanto a las personas afectadas la noche del 3 de mayo, como a todas las víctimas de feminicidios, robos o algún otro hecho que desprenda la vida de una persona o que se ve afectado por el abuso de poder. La única manera de hacerle frente a todas las atrocidades que hace el estado es la ayuda mutua, la solidaridad y empatía entre todos, sin esperar que me suceda algo a mí, algún familia, amigo o conocido, para accionar y organizarse.

Vivimos en un sistema depredador que pugna por la competencia en todos los sentidos de la vida; dejemos de esperar que alguien del cielo nos ayude a solucionar problemas, dejemos de esperar que el gobierno «menos corrupto» tenga la solución, pues esto nunca pasará. Bien lo dijo Bakunin, “...la idea de dios implica la abdicación de la razón humana y de la justicia humana; es la negación más decisiva de la libertad humana y lleva necesariamente a la esclavitud de los hombres, tanto en la teoría como en la práctica ...[es]... reemplazar el culto a dios por el respeto y el amor a la humanidad. Nosotros proclamamos a la razón humana como único criterio de verdad. La conciencia humana como base de justicia; la libertad individual y colectiva como única fuente de orden en la sociedad».


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