Est. Lic. Sociología #UAMXochimilco
Colaboradora de #RevistaDivergencia
FB: Alliz Uribe
El pasado 6 de junio se llevaron a cabo las elecciones más importantes de la historia contemporánea en México. En ellas, hubo mucha especulación sobre el destino político que le esperaba a MORENA, pero sólo una cosa estaba clara: el objetivo era conseguir el tan deseado contrapeso en las Cámaras; por lo que tres partidos (PAN, PRI, y PRD) quienes guardan poquísimo en común, decidieran formar una alianza «estratégica» para conseguir desplazar del poder a MORENA, sin embargo, «Va por México» como llamaron a esta coalición, no sólo puso de manifiesto la grave crisis de representación política por la que está pasando nuestro país, sino que además, dejaron ver el profundo clasismo que tenemos los mexicanos y el impresionante rechazo hacia lo que «no tiene clase».
Como ya es costumbre entre los mexicanos, las cosas serias las hacemos «memes», por lo que, no fue novedad que los primeros memes electorales circularan en redes sociales, inmediatamente después de que el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) diera a conocer los resultados de las elecciones, hubo uno en particular que llamó mi atención y es el que ilustra esta columna; a simple vista da risa, pero una vez que se analiza lo que representa, les aseguro que se pondrán a pensar.
De primera intención vemos un lado izquierdo pintado de azul con una leyenda «los que pagan impuestos», y del lado derecho pintado de rojo leemos «los que reciben subsidios», en primer lugar, esta imagen hace referencia a los distintos niveles socioeconómicos que hay en unas alcaldías y en otras. El «bloque de la CDMX occidental», como lo llamaron en redes sociales, está conformado por la alcaldía Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Coyoacán, que destacan de entre las demás, ya que, se han caracterizado por el elevado nivel de vida que llevan sus habitantes en comparación a la vida que llevamos quienes conformamos «los que recibimos subsidios», aquellos que somos parte del «bloque oriental de la CDMX», conformado por las alcaldías Iztapalapa, Venustiano Carranza, Iztacalco, por mencionar algunas.
El repudio que pude observar de parte de los mismos habitantes de estas últimas alcaldías, fue impresionante y no porque MORENA gobernará nuestras colonias durante los próximos cuatro años, sino porque ahora somos nacionalmente conocidos como los «pobres de la Ciudad de México», aquellos que supuestamente vivimos de los impuestos del bloque azul, antes de estas elecciones teníamos la oportunidad de pasar desapercibidos, o intentar ser parte de ellos, hoy en día nos tienen muy bien identificados, el decir que vivimos en tal o cual alcaldía automáticamente nos coloca en los «pobres vividores», o «en los ricos que nos mantienen», esto me preocupa en demasía, y no por el hecho de que hemos sido etiquetados, sino porque entre nosotros mismos estamos en una lucha constante por dejar de pertenecer a la clase social en la que nos encontramos, discriminándonos entre nosotros, llamándonos «nacos», gastando el dinero que no tenemos para parecernos a aquellos que nunca nos van a reconocer como sus iguales, porque no tenemos clase o la piel blanca, estamos siendo #esclavos de una realidad construida en el pensamiento; por un sistema de ideas hegemónico que nos dice que hay que salir de pobres a toda costa.
Hace poco el Presidente hizo un comentario sobre el aspiracionismo de las clases medias, la idea fue buena, la manera en que lo explicó fue pésima. No obstante me gustaría retomarlo porque va muy «ad hoc» al contenido de esta columna: me parece que ese comentario hacía referencia al «proletario reaccionario» del que habló Marx, describiendo a esa pequeña célula de la clase trabajadora que se niega a sí misma en cuanto a su clase social y no aspira exactamente al desarrollo académico o la libertad misma, sino que busca convertirse en quienes tanto los han explotado y se han aprovechado de ellos, de su fuerza de trabajo y de su deseo por «dejar de ser pobres» y se niegan a darse cuenta, ésto con el fin de ser ellos quienes ahora exploten a otros, convertirse en quienes dan las órdenes. Esta actitud es aceptada por la burguesía moderna, pero sólo para poder tener un mayor control sobre el «proletario reaccionario», y prometerles cosas que nunca les van a dar, porque la realidad es que no importa cuánto nos esforcemos por cambiar de clase social, de nada sirve el empeño que le pongamos a nuestra transformación por parecernos a aquellos que tienen en su poder los medios de producción, nunca vamos a pertenecer a su grupo; alguna vez han escuchado la frase «¿Nada es peor que un naco con dinero?» pues ahí se engloba lo que acabo de explicar.
Finalizo diciendo que mientras no logremos construir un sistema de abstracción que nos permita entender todos estos fenómenos políticos y sociales, seguirán llamándonos resentidos sociales, como muchas veces lo han hecho, por alzar la voz, por poner de manifiesto las injusticias que nos tocan vivir diariamente, por no quedarnos callados, pero ningún efecto tendrán esas palabras si logramos mantenemos unidos, en lucha en contra de quienes se apropian de nuestra fuerza de trabajo y en contra de un Gobierno que se esfuerza por mantenernos alienados.
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